En la boca del lobo: Sibir, Monamur
Slava Ross:
Guionista, Actor y Director ruso. Su trabajo anterior como guionista y director
es Topoy Shirnyy Zayats. Diez años le llevó poder terminar Sibir Mon Amour. Con
un presupuesto de 3 millones de dólares, tardó dos años en filmarla y un año
más en montarla por cuestiones económicas. Hoy es multi premiada en varios de
los festivales más prestigiosos de Europa.
Hay que tomarse su tiempo para hablar de esta película.
Respirar profundo, conectarse con su propio centro y hurgar allí donde la
espina duele, donde el corazón se ha encogido con la poesía pero también con la
tristeza de una realidad que no por estar tan lejos deja de importarnos, ni
afectarnos, reconocernos o hermanarnos.
La primera lectura se hace rápido, antes incluso de
enfrentarse al film. Sibir Mon Amour, su
título sin duda hace referencia a aquella Iroshima Mon Amour de Alain Renais, nos
la liga a ella, se ata a su costado. Si la segunda habla de un tiempo de pos
guerra, de un dolor perpetuado y una humanidad desgarrada por el arma más
espantosa que ha utilizado el hombre para matar a otros hombres, matarse a sí
mismos en suma... La primera, en algún punto tendrá que dialogar con ello.
Lo segundo es entender el contexto. Siberia, es la región
más extensa de Rusia y con una densidad de población muy baja debido
principalmente al clima, con temperaturas de hasta 50 y/o 60 grados bajo cero. La
región fue utilizada durante el primer mandato de Stalin como lugar de
asentamiento de los gulag, o campamento de prisioneros, en donde eran recluidos
para el trabajo forzado, por lo que Siberia llegó a ser considerada como el
lugar de castigo y exilio para los opositores del régimen político. Pero
también Siberia la hermosa, la de los paisajes más bellos y las vistas de las
más espectaculares del mundo.
Intentaré no hablar mucho del argumento por respeto a
aquellos que quizás, después de toparse con esta humilde referencia, consideren
oportuno algún momento como para verla. Dejaré tan sólo una reseña, sólo para
que comprendamos su tono, su espesura, su grandeza poética.
Entre helado paisaje siberiano, bajo la pobreza de la más
extrema, un abuelo y su nieto resisten con la esperanza del regreso a casa del
padre del niño, un soldado de reafirmación ruso. Rodeados de la más densa
nieve, interminables bosques y lobos hambrientos, ante la inminente llegada del
invierno que se avecina, las posibilidades de supervivencia son escasas.
Sibir nos narra acerca del dolor de un pueblo que resistió
los más terribles dolores. De la soledad de los hombres que han perdido la
posibilidad de darles sentido a sus vidas. De la religión como escudo y de la
esperanza de un niño, o mejor dicho, un mañana mejor para todos ellos.
Melodramática y dolorosa, plagada de simbolismos que evocan
el sufrimiento de un pueblo, con una de las fotografías más bellas del cine. Sibir Mon Amour nos deja esa rara
sensación en la garganta de haber puesto el ojo en la cerradura invisible, de
una realidad igual de invisible para una gran parte del mundo. Reflejo de una Siberia colonizada a cualquier
precio, de un desarrollo industrial y agropecuario con un alto precio. En la
boca del lobo, podría decirse, y si usted la viera sabría de qué va el mal
chiste…
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